Un artículo publicado por la periodista Gabriela Maestre en el digital de La Vanguardia aborda la importancia de la biohabitabilidad en la mejora del entorno en el que vivimos las personas. Asegura que las cifras estimadas de enfermos por contaminación ambiental no paran de crecer y que la Organización Mundial de la Salud (OMS) pone especial énfasis en esta cuestión.

Asegura la autora que “en la actualidad, pasamos cerca del 90% de nuestro tiempo en espacios interiores, ya sea en casa, en el trabajo o en algún medio de transporte, según un estudio de YouGov. Por tanto, los contaminantes que más nos afectan los podemos detectar, en gran medida, en nuestra propia vivienda”.

Añade que “con el objetivo de mantener un espacio lo más saludable posible, aparece la biohabitabilidad, que estudia hasta qué punto puede habitarse un entorno determinado. Gracias a esto, también se puede determinar el nivel de bienestar y salud que garantizan a las personas estos lugares en los que pasamos tanto tiempo.

Para Gabriela Maestre “una vivienda no saludable tiene efectos negativos sobre las personas; los factores ambientales se manifiestan en síntomas como cansancio o alergias, por ejemplo. Es difícil detectar que el origen de estas enfermedades está en el entorno en que vivimos, pero la OMS las recoge como enfermedades por causas ambientales desde 1982. “Cuando se está muy expuesto a un lugar alterado, el sistema inmune se debilita muchísimo, y empiezan a aparecer los primeros síntomas”, explica el arquitecto y geobiólogo Pere León, experto en salud del hábitat. Según sus estudios, los primeros indicadores son las alteraciones del sueño.

Señala la autora que “mientras dormimos, nuestro cuerpo realiza distintos procesos biológicos, pero si hay interrupciones estos no se llevan a cabo correctamente. Los campos electromagnéticos, por ejemplo, influyen mucho en el sistema central”, añade León, y explica algunos síntomas que podemos detectar. “Despertarse entre las 3 y las 4 de la madrugada, aproximadamente, apretar los dientes mientras se duerme o levantarse más cansado de lo que uno se fue a dormir son bastante indicativos.”

En el artículo de La Vanguardia recoge que los campos electromagnéticos, tanto artificiales como naturales, son unos de los contaminantes más potentes de nuestro entorno, ya que afectan en mayor o menor medida al 75% de la población. Pero no son los únicos. Carmen Espinosa, arquitecta, explica que también podemos estar en contacto a diario con contaminantes químicos y biológicos. “Para mantener una vivienda con buena biohabitabilidad, tenemos que mantener un equilibrio entre los tres tipos, y tratar de reducir su presencia en nuestros hogares”.

Lee el artículo completo aquí