Un articulo firmado por el periodista Pablo Rodero en el digital 20minutos asegura que las mascarillas no solo impiden la transmisión: la humedad que generan podría rebajar la gravedad de la COVID-19. Su publicación informa que las mascarillas se han convertido en un objeto totalmente cotidiano en nuestras vidas desde que, el pasado verano, su uso se generalizara para tratar de luchar contra la expansión de la COVID-19.

El periodista asegura que su “efectividad, especialmente en espacios cerrados, ha quedado demostrada, pero, ahora, una nueva investigación ha apuntado a una nueva utilidad: la humedad que se genera entre la boca y la mascarilla al respirar podría hacer que la enfermedad del portador sea menos grave”.

En su artículo pone de manifiesto que el doctor Adriaan Bax, uno de los autores de la investigación, que ha sido publicada en la revista científica Cell, afirma que “hemos descubierto que las mascarillas incrementan la humedad en el aire inhalado y hemos propuesto que la resultante hidratación del tracto respiratorio podría ser responsable de la contrastada conexión entre una menor severidad de la COVID-19 con el uso de mascarilla”.

Añade el doctor que “se ha visto que altos niveles de humedad mitigan la severidad de la gripe y esto podría aplicarse a la severidad de la COVID-19 a través de un mecanismo similar”. Los investigadores han demostrado que respirar con una mascarilla puesta genera un ciclo durante el cual el aire supersaturado es absorbido por las fibras de la mascarilla durante la expiración y se evapora durante la la inspiración de un aire seco.

Con mascarillas de doble capa de algodón, la temperatura del aire inspirado aumenta por encima de la temperatura ambiental, haciendo que la humedad relativa aumente y pueda exceder el 100%. Esta elevada humedad genera una especie de sistema de lavado de los pulmones conocido como aclaramiento mucociliar que acaba con los patógenos tanto antes como después de la infección del tracto respiratorio superior.

De esta forma, la molesta humedad que genera respirar con mascarilla para las personas que también llevan gafas podría convertirse en una herramienta para ayudar al organismo a acabar con el virus.

El investigador pone de relieve que “esta acción sugiere que las mascarillas pueden beneficiar al portador incluso después de la infección del tracto respiratorio superior, complementando la tradicional función de las mascarillas para limitar la transmisión de la enfermedad entre personas”, concluyen los investigadores en su artículo.