El diario económico Expansión publicaba recientemente un articulo firmado por Ruth Díaz, con motivo del Día Internacional del Medio Ambiente en el que aborda el impacto de las ondas electromagnéticas que ocasiona la tecnología 5G

La autora afirma en la apertura del artículo que “la OMS trabaja en la evaluación de los riesgos de la contaminación electromagnética derivada del 5G, que avanza frente a un creciente movimiento que pide una moratoria hasta clarificar sus efectos biológicos”. Añade que tal vez en algún momento de 2022, los recelos se esfumen. Será el día en el que la Organización Mundial de la Salud (OMS) publique su estudio sobre los efectos biológicos del 5G. Pero mientras llegan esas conclusiones, persiste la incertidumbre, con el interés económico muy avanzado sobre las cautelas sanitarias”

Resalta también en la publicación unas declaraciones de Francesco Lanza, presidente de Bona Ona, una asociación para la investigación y divulgación sobre las radiaciones no ionizantes, que exige un debate público. Relata en el artículo posibles efectos "sobre el ADN, neurológicos en forma de fatiga, depresión, irritabilidad..., en la capacidad de reproducción, en enfermedades crónicas y, finalmente, el cáncer". Su enumeración es más larga, detallada y la intercala con referencias académicas.

Según sus investigaciones, la propia OMS admite que "existen vacíos en el conocimiento de los efectos biológicos y se necesitan más investigaciones". Un cuarto de siglo después, permanecen las dudas, mientras el móvil desplazó a cualquier otra compañía y el wifi entró en casa y trabaja con nosotros. Faltaba el boom definitivo, el 5G.

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