El colectivo Electrosensibles por el Derecho a la Salud ha publicado un dossier sobre la electrohipersensibilidad en el que aborda las necesidades específicas de las personas electrohipersensibles. Este documento confirma que aunque los humanos estamos expuestos a campos electromagnéticos no ionizantes desde que comenzó el uso cotidiano de la electricidad (principalmente a las bajas frecuencias de la red eléctrica, su distribución y transformación), en la última década la exposición ha aumentado de forma exponencial, debido al uso masivo de tecnologías inalámbricas, tanto en los espacios de trabajo como domésticos, y en general en los espacios públicos (antenas de telefonía móvil, wifi, teléfonos inalámbricos DECT, teléfonos móviles,…).

De forma paralela están aumentando los efectos sobre la salud producida por la exposición a este tipo de contaminación electromagnética. Se trata de un ambiente negativo que genera unos enormes riesgos para los niños que tienen su sistema nervioso en desarrollo y pasarán más tiempo a lo largo de su vida expuestos a este factor.

La electrohipersensibilidad es una respuesta biológica particular que presentan algunas personas ante la exposición a campos electromagnéticos no ionizantes (CEM). Según este documento, los efectos biológicos de la exposición a CEM de baja frecuencia y radiofrecuencia incluyen tanto los efectos adversos para la salud como la pérdida de la homeostasis y del bienestar. Los síntomas varían en cada paciente en función de su biología física y la exposición, intensidad y duración. Los síntomas mejoran rápidamente cuando se alejan de fuentes emisoras, en particular cuando el paciente se mueve lejos de los ordenadores, lámparas fluorescentes, transformadores, tecnologías inalámbricas, teléfonos móviles e inalámbricos, y de la proximidad a las antenas de telefonía móvil, subestaciones y líneas eléctricas. Todas ellas son fuentes potenciales de exposición a altos niveles de CEM de baja frecuencia y altas frecuencias. Los síntomas vuelven de forma recurrente al volver a un ambiente irradiado. Con el tiempo, la sensibilidad aumenta más y más con exposiciones cada vez más pequeñas.

El dossier señala que algunos científicos describen el padecimiento de algunos síntomas vinculados a la hipersensibilidad como: dolor de cabeza, sensación de quemazón, dificultad de concentración, dolor en músculos y articulaciones, pérdida de memoria, confusión mental, insomnio, palpitaciones, arritmias, mareos, náuseas, irritabilidad, hormigueos, hiperactividad, alteración de reflejos, depresión, ansiedad, confusión y desorientación espacial, fatiga, debilidad/flojera, aceleración o disminución del ritmo cardiaco, dolores en el pecho, temblores, espasmos musculares, dolores constantes en piernas y pies, etc.

Dependiendo de la gravedad/grado de la afectación de la persona, se manifestarán todos ellos o solo algunos y variarán en intensidad. Suele aparecer asociada a las enfermedades llamadas de Sensibilización Central: Fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica y Sensibilidad Química Múltiple.

Entre las conclusiones de este estudio destacan:

- La necesidad de seguir investigando para definir cuáles son los niveles aceptables de RF relacionados con las nuevas tecnologías; es urgente reglamentar nuevos límites para radiaciones ELF;

- Mientras se deciden y aplican nuevos límites para las radiaciones de ELF, sería razonable planificar un límite de 1mG para los espacios habitables adyacentes a todas las líneas de alta tensión, nuevas o mejoradas, y 2 mG para toda otra nueva construcción. También se recomienda establecer el límite de 1mG para el espacio habitable donde circulan niños y/o mujeres embarazadas.

- Es necesario iniciar y estimular medidas encaminadas a la reducción de la exposición a radiaciones provenientes de los sistemas que generan energía electromagnética y electroestática.

- Hay que adoptar un límite precautorio de 0,1 (microvatio/cm2 (es decir, 0,614 voltios por metro) para la exposición acumulativa al aire libre donde las personas viven, trabajan y estudian. Este nivel de RF se refiere a la exposición de todo el cuerpo, y puede ser una exposición crónica donde hay cobertura inalámbrica para transmisión de voz y datos a través de teléfonos móviles, localizadores, PDAs y otras fuentes de radiación por radiofrecuencias.