En el artículo ¿Ha llegado el teletrabajo para quedarse?, publicado por Alba Martín Lozano en El Independiente, pone de manifiesto que el coronavirus y las medidas de confinamiento y distanciamiento social para evitar sus efectos están modificando nuestra forma de vivir y trabajar. El teletrabajo se ha convertido en el método para llevar la oficina a casa, como alternativa al cierre total de las empresas.

Según la página EP Data, durante 2019, en números absolutos, alrededor de 951.000 personas realizaron teletrabajo más de la mitad de los días que trabajó mientras que 688.700 lo hizo de forma ocasional, frente a los 19 millones de ocupados. El escenario generado por la pandemia de falta de confianza y el miedo a la desorganización y a la falta de productividad eran algunos de los motivos por los cuales tan solo un 4,3% de los empleados españoles trabajaba desde su hogar antes de la crisis del COVID-19.

El Estado de Alarma fue el detonante para que las empresas confiasen en este sistema de trabajo a distancia que en otros países del mundo sí está implantado con buenos resultados. Superado el primer periodo de implantación es obvio que el teletrabajo en España podría haber llegado para quedarse, puesto que, según recoge Alba Martín, “se ha observado un amplio abanico de aspectos positivos sociales y medioambientales que podrían beneficiar a España, empujando así al país hacia la renovación, modernización y sostenibilidad”, sin que esto haya afectado a la productividad.

Electrosmog y teletrabajo

Pero además de los efectos positivos, el especialista en Derecho Ambiental y Recursos Naturales, Daniel Benoit, recoge en un artículo publicado recientemente en el digital Elmostrador que hay que tener en cuenta “las consecuencias físicas y mentales que esas tecnologías, que operan sobre la base de emisiones electromagnéticas o electrosmog, pudiesen causar”.

Añade que “la exposición continua a ondas electromagnéticas no ha sido inocua y existen dolencias asociadas a ellas denominadas genéricamente como “electrosensibilidad” e incluso “electrohipersensibilidad” (EHS). Durante largo tiempo, la Organización Mundial de la Salud ha desaconsejado la exposición electromagnética por ser una fuente potencialmente carcinogénica, que también propiciaría bajas en los sistemas inmunológicos de ciertos grupos de la población y, por lo tanto, un riesgo para la salud.

Señala también que “siendo la tecnología 5G una necesidad, dada la pandemia y el trabajo a distancia o teletrabajo, resulta imperativo mirar con cierta cautela y exigir a sus proveedores que tengan en cuenta las consecuencias en la salud que su incorporación pueda generar”.

Medesconecto como solución

La gama de productos medesconecto cuenta con un cojín para los puestos de trabajo que ofrece una solución fácil de aplicar y que, con una inversión mínima, genera un sistema de protección para las personas que trabajan en casa y que están sometidas a las ondas electroestáticas y electromagnéticas de los equipos informativos, las redes wifi, los teléfonos móviles, tabletas, pantallas de televisión y la red eléctrica. El cojín está dotado de un sistema único, suma de las tecnologías ORGON.INK® + OffSystem, especialmente ideado para favorecer el bienestar humano. conduciendo las ondas electroestáticas y electromagnéticas a la red.

Se trata de un cojín que mejora la calidad de vida, alivia el estrés y potencia el descanso de los usuarios mediante una eficaz descarga de la energía electrostática y electromagnética que existe en el ambiente.

Este sistema es muy efectivo gracias a la combinación de las propiedades de apantallamiento del tejido ORGON.INK®, a base de fibras metálicas, con los efectos positivos de la toma de tierra OffSystem, una tecnología exclusiva y patentada, que conduce a la red las ondas recogidas en la malla de metal integrada en el tejido.

Puedes consultar el artículo de El Independiente pulsando aquí, y el artículo de Elmostrador pulsando aquí.